viernes, 27 de enero de 2012

A río revuelto...

Kim Dotcom

Lo que hace una semana supimos sobre las razones que propiciaron el cierre del portal de descargas Megaupload y la detención de sus responsables, podría no ajustarse a la estricta verdad.

Lo que sí pudimos constatar en los días siguientes, fue el borrado masivo de archivos y el bloqueo de cuentas en otros servidores de descargas, como Fileserve y otros; la acción del FBI inició un efecto dominó que todavía no ha parado. Pero si el cierre de Megaupload se ampara en una orden judicial dictada contra Kim Dotcom por delitos de blanqueo de dinero, evasión de capitales, copia ilegítima de contenidos con copyright, etc., las acciones de los responsables de estos otros servidores no están justificadas por otra cosa que el miedo a ser los siguientes; si el cierre de Megaupload por el FBI no ha tenido en cuenta los derechos legales de propietarios de todo el mundo sobre sus archivos almacenados en ese servidor, los responsables de estos otros portales han actuado con una total desvergüenza, impunidad y falta de escrúpulos, ya que además de obviar también esos derechos, se han apropiado del dinero de las suscripciones pagadas por sus clientes para que les guardaran sus ficheros. O sea que, a río revuelto...
Quizás el gobierno norteamericano pensó en esa frase que dice que “cuando el barco se hunde, las ratas son las primeras en abandonarlo”. Así que decidieron disparar sobre la línea de flotación del barco (Megaupload).

Pero ”la verdad es hija del tiempo, no de la autoridad”, reflexión de Sir Francis Bacon que no ha tardado en hacerse evidente.
Pese al gobierno que aplaudió esa acción, al juez que firmó la orden y a los agentes federales que pusieron en marcha toda la operación que ha convulsionado Internet de una forma que no se recuerda en toda su historia, la Verdad es hoy más que evidente. Y las auténticas razones del cierre de Megaupload, no estarían fundamentadas en las esgrimidas —solo una cortina de humo—, sino en otras que todo el mundo sospechaba y que Javier de la Cueva, abogado especialista en Derechos de Autor, señala en el diario El País que esta acción de la que todos hablamos, no es lo que nos han dicho “sino que es el resultado de la apisonadora de unos intereses, generalmente ilegítimos, de un sector económico que compra voluntades a través de sufragar campañas electorales o financiar partidos políticos. En la base de todo está la corrupción en la financiación de los partidos políticos a quienes les interesa la perpetuación de este sistema. El precio de esta forma legislativa mediocre y corrupta lo estamos pagando todos.”

Ahora sabemos que Megaupload estaba preparando un portal de descarga de música para que los artistas pudieran presentar directamente sus creaciones y recibir ingresos por ellas. Este portal se iba a llamar Megabox y, al parecer, contaba con Amazón entre sus socios y pretendía ser la competencia de iTunes. Megabox quería que los artistas vendieran de forma independiente sus creaciones, obteniendo el 90% de los ingresos; si ofrecían sus trabajos de manera gratuita, recibirían compensaciones a través de otro servicio que se llamaría Megakey.

Según la página web TorrentFreak, Kim Dotcom estaba punto de dar un vuelco al modelo instalado de negocio musical.
Artistas como Alicia Keys, Puff Daddy o Chris Brown y celebridades como Jamie Foxx o la tenista Serena Williams, ya se habían implicado en el proyecto.
El propio Dotcom, ahora encarcelado, manifestó que las discográficas buscaban represalias por esta iniciativa, con la que iban a ver cómo se esfumaban la mayor parte de sus beneficios.

En el artículo publicado en Torrentfreak, Dotcom se presenta como un empresario con ideas revolucionarias asediado por la discográfica Universal. “Deben entender que en algunos sellos discográficos mandan dinosaurios arrogantes y anticuados que han estado en este negocio durante 1.000 años. Esos tipos piensan que un iPad es un tratamiento facial, que Internet es el demonio y que los teléfonos fijos aun son modernos. Están en una fase de rechazo sobre las nuevas realidades y las nuevas oportunidades”, dice. (El País)

Internet está viviendo tiempos muy interesantes; cómo va salir de ellos, es un auténtico enigma por el momento. Lo que parece quedar claro, es que muchos gobiernos —legítimos, eso sí— están atrapados en las garras de quienes desde la sombra, son los verdaderos gobernantes. Lo conocido ya sobre el asunto Megaupload, nos digan lo que nos digan, demuestra que no son los autores quienes realmente les preocupan, sino los que se enriquecen con ellos y a la vez sufragan sus campañas electorales.
¿Cuánto vale una entrevista gratis en la FOX, por ejemplo? Pues resulta que no es gratis; el coste de la entrevista, es cerrar el servidor que permite a la gente descargar gratis —gratis de verdad— series que ya habían visto en la tele, pero que quieren conservar para volver a ver meses más tarde.

Y cuando todavía estaba escribiendo este artículo, salta la bomba: “Twitter censurará en algunos países los mensajes que violen normas o creencias”.
Eso sí, dice que deberá ser una “entidad autorizada”, la que bloquee ese contenido. ¡Toma ya!
Por ejemplo: sobre Irán alguien escribe que se están violando los derechos humanos... Pues viene la entidad autorizada esa —autorizada por el gobierno, ¿por quién si no?— y borra los mensajes.
¿Qué en Cuba o en China los tuiteros denuncian la detención de los defensores de la libertad?... ¡Al ataque la entidad autorizada!

En serio. Toca leer de nuevo “1984” —para después leer “Rebelión en la granja”—, de George Orwell. Ese sí que fue un profeta, con permiso de Nostradamus.

Y ya que empecé citando a Bacon, permítaseme citar para acabar, a Orwell, que dijo que “En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”.

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viernes, 20 de enero de 2012

Una patada en las... Libertades


Estupefactos por la sorpresa de que webs tan populares como Google, Fundación Mozilla, Wordpress y Wikipedia —la sexta página de internet más visitada del mundo—, además de otras muchas, iniciaran una huelga sin precedentes en la mayor movilización en la historia de internet, como medida de protesta contra las leyes norteamericanas SOPA —Cámara de Representantes— y PIPA —Senado— que legislan contra las descargas digitales, la web de almacenamiento Megaupload —150 millones de clientes— ha sido clausurada por el Departamento de Justicia norteamericano y el FBI, y su fundador, Kim Schmitz, detenido en su mansión de Nueva Zelanda.

Ya sabemos que algunos congresistas se han echado para atrás, retrasando así la votación en el Senado, ante los acontecimientos del pasado miércoles y se han replanteado la Ley SOPA —Stop Online Piracy Act—, que junto a la otra Ley, la PIPA —Protect IP Act—, han demostrado ser innecesarias porque cuando los amos del mundo libre así lo deciden, les basta una patada en los derechos de los ciudadanos —sean del país que sean— para lograr sus objetivos. Que lo hagan en nombre de los derechos de los autores —como la industria de contenidos— y contra el todo gratis de internet, tampoco parece tranquilizar a nadie, ya que en una nación donde los candidatos a la Presidencia reciben enormes fortunas de entidades privadas, para poder sufragar los costes de sus campañas electorales, deja en evidencia la fragilidad de su imparcialidad. O, ¿quién daría varios millones al futuro presidente de EEUU para después no pedirle nada? Además, el asunto SGAE —en España— y la gran corrupción que se gestaba en sus despachos, deja en tela de juicio la honestidad de los gestores.

Que la detención de Shmitz se ampare en que Megaupload es una organización delictiva responsable de una enorme red de 'piratería' informática mundial no cuela. Todos sabemos que este servidor alojaba los archivos de sus clientes, a quienes ofrecían cuentas gratuitas y cuentas Premium —60 euros por año o 199 euros por toda la vida— de alojamiento y/o descarga. Este servicio permitía que también los propietarios legítimos de contenidos, pudieran guardar su información para mantenerla a salvo o para facilitarla a quienes quisieran en el otro confín del mundo.
El cerrojazo del gobierno norteamericano a Megaupload, es por tanto una intromisión en los derechos fundamentales de quienes pudieran guardar en ese servidor información confidencial. Ese acto, que podríamos calificar con todo el derecho de piratería mundial, se ha efectuado por la fuerza y sin estar avalado por una ley ni por un juez, atentando de paso contra la propiedad de ciudadanos de otros países, a los que han pisoteado sus derechos y a quienes sus respectivos gobiernos deberían ahora defender ante esta intromisión totalmente ilegítima.

Por otra parte, si se acusa a Megaupload de blanquear dinero y por tal motivo se la cierra, ¿no se debería hacer lo propio con los bancos que recogen y guardan —¿y se lucran?— los beneficios del narcotráfico, el contrabando de armas y la trata de blancas?
Antes veremos volar los elefantes, que un banco cerrado en un paraíso fiscal y no creo que sea por no tener jurisdicción en su país.

El sr. Obama y Cia —y por supuesto el FBI—, han puesto de rodillas una vez más a todo el mundo. El gendarme mundial no necesita permisos para hacer lo que quiera, porque nadie rechista... Bueno, unos pocos sí lo hacen.
Inmediatamente después de conocerse el cierre de Megaupload, el colectivo Anonymous, en su mayor ataque coordinado hasta la fecha, colapsó la web del Departamento de Justicia, la de la productora Universal Music y también la de la Asociación de Cine de Estados Unidos, para atacar acto seguido, las webs del propio FBI, Warner Music y la Oficina del Copyright de Estados Unidos, dejándolas inaccesibles.
A los ciudadanos de a pie, poco nos queda sino patalear un poco y boicotear siempre que podamos, todo lo que huela a norteamericano... Tarea fútil, porque al final, el mundo entero está impregnado de su aroma.

Queda además en el aire, la duda de cómo los propietarios legítimos de los contenidos alojados en el servidor, podrán recuperarlos de nuevo.
Y por supuesto, nos queda desde hoy la certeza, de que alojar en la nube cualquier contenido, es una temeridad porque el gobierno de turno puede apropiarse de ella siempre que le dé la real gana y sin pedir permiso. Esto genera un daño mayor por la desconfianza hacia las empresas que proponen a través de sus programas de ofimática guardar contenidos en el ciberespacio, amén de a esas otras que diseñan equipos informáticos basados en la nube. Desde hoy, parece más sensato guardar nuestras cosas en casa, donde los ladrones, al menos, podrían ser acusados de delito. Siempre que el asaltante no sea el Tío Sam, por supuesto.

¿Y qué pasará ahora? ¿Se acaban hoy el intercambio de archivos y las descargas digitales?
Conviene recordar que Internet fue diseñado en sus orígenes para sobrevivir a una guerra nuclear, permitiendo así que los mandatarios pudieran organizarse de alguna manera. La única forma pues de detener internet —que probablemente haya visto hoy cómo se fortalecía su tejido global— es matándolo desde su raíz. ¿Se atreverán los norteamericanos a entrar en esa guerra?
De hacerlo, probablemente las pesadillas de Vietnam o Irak serían malos sueños pasajeros en comparación.

Nadie puede detener Internet. Se demostró con el caso Napster y se pondrá de manifiesto nuevamente. Este puñetazo norteamericano en la mesa, solo ha servido para demostrar que hay mucha gente nerviosa, pero la sociedad internauta encontrará la manera de superar esta pequeña piedra en el zapato, que no le impedirá la marcha. Hay un mundo antes de internet y un mundo diferente después de internet. La única solución plausible al tema de las descargas ilegales, pasa por encontrar la forma adecuada de que los contenidos lleguen a los consumidores de una forma rápida y a un precio razonable. Las opulencias de la Industria, costeadas con el dinero cobrado abusivamente a los compradores, tienen los días contados. iTunes ha demostrado que la gente puede descargar música pagando por ella un precio razonable; Spotify suena en millones de ordenadores de todo el mundo haciendo innecesarias las descargas de esas canciones que todos pueden escuchar cuando quieran; las películas en DVD por las que pagamos hasta veinte euros, acaban en pocos meses en una cesta de rebajas en los grandes almacenes a tres euros el par... ¿Y si las vendieran desde el primer día a ese precio?

De esto es de lo que estamos hartos. Todos. Hartos de que nos inflen los precios. Hartos de comprar un cd de música por dieciocho euros y de que al poco tiempo salga otro con el mismo contenido, pero con un par de maquetas y encima más barato. Hartos de comprobar que el libro electrónico que hemos comprado —para ser legales—, vale casi tanto como el de papel y encima no funciona en nuestro lector. Hartos de que el cine cueste a la familia más que las vacaciones de verano...

A nuevos tiempos, nuevas ideas. Hay que remozarse y no criminalizar un medio capaz de llevar en un minuto a todo el mundo, algo que sucede donde las cámaras no pueden entrar; un medio que permite que jóvenes y viejos se puedan sentar juntos para acceder al mismo tiempo a una información que nunca imaginaron poder tener y compartir. Hay que buscar estrategias. Lo de cerrar servidores, no es una buena idea; ya lo hacían las dictaduras y hemos comprobado que también las democracias. Incluso las que nos parecían ideales.
Así pues, si perdemos los ideales ¿qué nos queda? En este sentido, ¿en qué se diferencia EEUU de Irán, Siria o Cuba... Por poner solo unos ejemplos?

Quizás sea el momento de ponerse las pilas para afianzar webs legales de descargas como Netflix, una plataforma de vídeo que de manera absolutamente legal ofrece películas y series por una pequeña cuota mensual. Claro que, de paso, va siendo hora también de que las velocidades de acceso a internet a través de nuestras ADSL, sean comparables a las que ofertan otros países, como Japón, comparables también en el precio.

La pregunta del millón es si cuando internet sea un espacio censurado, la gente comprará más música, irá más al cine, leerá más comprando más libros...
A todos nos debiera parecer que el poder acceder a más información en menos tiempo, es mejor por lo que nos enriquecemos... ¿En realidad, no será que no interesa que sepamos tanto porque así nos manipulan mejor? ¿No estaremos yendo de cabeza hacia la sociedad que retrató George Orwell en su novela política de ficción distópica ’1984’, donde las masas son reprimidas por la Policía del Pensamiento?

Parece incuestionable que el tal Kim Schmitz es un pájaro de cuidado a tenor de su historial, dado a conocer por los medios, pero no es eso lo que se dirime. Que los delincuentes deben pagar por sus delitos con arreglo a la ley, es una cosa.
Que robar la información privada de 150 millones de ciudadanos de todo el mundo, aunque lo haga el todopoderoso FBI, es otra bien distinta.
Y que coartar la libertad de expresión del medio más impresionante jamás concebido, es un atentado directo contra nuestros derechos.

Podría seguir, pero prefiero que sigáis sin mí, leyendo el artículo de Sergio Rodríguez, en su blog ‘El Catalejo’ del diario elmundo.es —artículo en el que estuvo sembrado por cierto—.
Él empieza su artículo, como veréis, diciendo que si la Ley SOPA hubiera existido hace diez años...
¡Pero bueno! Luego lo leéis. Estoy pensando, que si la Ley SOPA aún no existe y mira la que se ha liado, ¿qué pasará cuando la aprueben? ¿Y qué pasará en España con la Ley Sinde?

Desde luego hoy todo el mundo tiene poderosas razones para estar muy cabreado...Todo el mundo, menos Luiza, que está en Canadá ;-)

Disfruta con el artículo de Sergio, que tiene más razón que un santo.
...y después lees el siguiente, que abunda un poco más.

Si has leído este artículo, puede que también le interese echar un vistazo a http://www.blogsfera.net

Si la ley SOPA hubiese existido hace 10 años...

Dudas y respuestas sobre el cierre del 'imperio Mega'

domingo, 8 de enero de 2012

En un año, todos calvos.

Foto de Efe publicada por El Mundo

Que sí. Que el dicho es «dentro de cien años, todos calvos». Pero es que al ritmo en que se producen los acontecimientos hoy en día, en cien años es posible que nos haya vuelto a crecer el pelo.

Que la plebe es desmemoriada por naturaleza, también es algo sabido. Bien sea por su notable capacidad para perdonar, bien por la increíble facilidad con que se adapta a las nuevas circunstancias, lo cierto es que en pocos días casi todos hemos reemplazado la indignación de que fuéramos poseidos en tal o cual momento, por una cierta actitud de resignación.

Tomemos como ejemplo esta noticia que afecta nada menos que al presidente alemán, Christian Wulff.
Este señor, pidió prestado medio millón de euros a una pareja de amigos empresarios para costear una casa para su segunda mujer, Bettina, cuando gobernaba Baja Sajonia, en 2008. Pero la gota que colmó el vaso fue el intento de Wulff de frenar la publicación de todo esto a través de una llamada telefónica al director del diario Bild, llena de amenazas, informa El Mundo.

Hasta aquí, todo normal, porque así es como quienes tienen influencias suelen conseguir lo que quieren; aunque ese afán desmedido de lucro no conozca límites y sirva para obtener ingentes cantidades de dinero, que luego se trasladan a paraísos fiscales después de haber tomado todas las medidas para sortear las obligaciones fiscales con el propio país. Esto también es normal... O por lo menos, bastante frecuente. ¡Se habla tanto estos días de Iñaki Urdangarín...!

Obviamente, cuando se conocen estas cosas —y ya se encarga la prensa de divulgarlas— se exigen medidas para evitar que se vuelvan a repetir y y se piden condenas para el corrupto, que suelen aplicarse con poca ejemplaridad según entiende generalmente la plebe, porque además, el dinero casi nunca se recupera y el delincuente suele acabar visitando los platós de televisión donde cuenta sus "hazañas" después de haber obtenido unos pingües beneficios y disfrutando del fruto de sus corruptelas, unos pocos años después de haber salido de la cárcel, si es que llegó a visitarla.

Pero lo del presidente alemán va más lejos.
Tras las numerosas peticiones de dimisión que le llueven desde todos los ámbitos y mientras la coalición de Angela Merkel está tomando precauciones ante la posibilidad de verse en la situación de tener que sustituirlo, este individuo se mofa de nuestra inteligencia y se jacta de nuestra falta proverbial de memoria. Así, le ha dicho a sus colaboradores que "en un año, estará todo olvidado".
Lo malo es que tiene razón. En menos de ese tiempo, quizás solo unos pocos recuerden su nombre, su delito y su burla para nosotros.

Porque en un año y si las cosas no han cambiado, tendremos preocupaciones más urgentes en nuestra propia casa, que la de dedicar una ínfima porción de nuestro tiempo a recordar que la corrupción también reside en Alemania, que es la que nos exige recortes salariales, incremento de horas laborales, retraso en la edad de jubilación y otras cosas que nos afectan el bolsillo de manera más directa.
Pero es bueno saber que la Merkel también tiene ropa sucia que lavar en su casa, aunque eso no nos indulte de preparar nuestra propia colada, que se amontona en cestos cada vez más numerosos donde los trapios sucios, ya hieden.

Aunque sea por el simple hecho de llevar la contraria, recordemos a ese individuo -corrupto como el más corrupto- que preside Alemania, que tenemos más memoria de la que nos concede.
Que dentro de un año, y más, se le siga recordando como un Gran Corrupto. Que el delito no prescriba al menos en nuestra memoria.
Tenemos la justificación; tenemos los medios.

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